Entre sushi y franja morada, la pésima producción de un festival se cobró la vida de dos jóvenes en 1999. Ahora, uno de los principales responsables vuelve de la mano del macrismo a la jefatura de gabinete del ministerio de cultura, designado por Hernán Lombardi. Se trata de Alejandro "Conejo" Gómez, director del festival, y no fue declarado inocente sino que prescribió la causa.
"A diferencia de Cromañón, Buenos Aires Vivo III fue organizado por el propio gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, ni Fernando De la Rúa, entonces jefe de gobierno de la Ciudad; ni Darío Lopérfido, secretario de Cultura porteño, fueron cuestionados. Tampoco los directivos de Fenix (la empresa organizadora), ni de Edesur, serán sometidos a juicio. Hace unas semanas, gracias a la ley 25.990 (que acorta los plazos de prescripción), el juez en lo correccional Omar Facciuto absolvió a Alejandro Gómez (director del Programa para la Recuperación y Utilización del Espacio Público del gobierno porteño) y a Rafaél Sáenz Briones (representante de Fenix)."
Según el abogado de una de las familias: "El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cometió 250 infracciones a sus propios reglamentos. Algunas de las más importantes son las siguientes: no habilitó el lugar, incumplió todos los requisitos de índole administrativa a los cuales según sus propias disposiciones se tiene que sujetar. El lugar donde se hizo este recital es manifiestamente inservible para esta finalidad. Tiene un sólo acceso y no tiene hospitales cerca. Tampoco tiene electricidad. La prueba es que la línea de electricidad tuvieron que bajarla desde ciento y pico de metros con una bajada trucha. Se colgaron de una caja de EDESUR, concretamente."
Más información en Página/12 y Clarín.
jueves, 13 de diciembre de 2007
en pie de guerrilla
Antes que nada, la defensa del "alias". El uso del nombre propio es una institución contra la que se debe que atentar de vez en cuando. Es la institución contra la que atenta el débil ante tanto aparato de vigilancia y control. Ante tanta side y policías de lo institucional. Lo único que indica el nombre propio es que hay algo fijo -más precisamente una garantía jurídica- en una vida en movimiento. No sabemos si el nombre nos acompaña o si lo arrastramos. El nombre propio nos permite ingresar en una base de datos. No en vano, uno de los momentos importantes en donde se asume un yo revolucionario es, justamente, dejar de ser nominado por la autoridad y elegir un nombre nuevo, un nombre de guerra.
Porque la legalidad no es asunto de justicia y lo que nos interesa, oh pretensión, es esta última. Importan las palabras. Importan las acciones. Importa que el sesenta por ciento de los porteños haya votado a la reacción. Y aunque la derecha crea que el prontuario no importa, nosotros vamos a ver quá tan bueno está su prontuario.
Un blog colectivo como máquina de guerra, socavando las imágenes contruidas en las corporaciones de la publicidad política.
Porque la legalidad no es asunto de justicia y lo que nos interesa, oh pretensión, es esta última. Importan las palabras. Importan las acciones. Importa que el sesenta por ciento de los porteños haya votado a la reacción. Y aunque la derecha crea que el prontuario no importa, nosotros vamos a ver quá tan bueno está su prontuario.
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