Antes que nada, la defensa del "alias". El uso del nombre propio es una institución contra la que se debe que atentar de vez en cuando. Es la institución contra la que atenta el débil ante tanto aparato de vigilancia y control. Ante tanta side y policías de lo institucional. Lo único que indica el nombre propio es que hay algo fijo -más precisamente una garantía jurídica- en una vida en movimiento. No sabemos si el nombre nos acompaña o si lo arrastramos. El nombre propio nos permite ingresar en una base de datos. No en vano, uno de los momentos importantes en donde se asume un yo revolucionario es, justamente, dejar de ser nominado por la autoridad y elegir un nombre nuevo, un nombre de guerra.
Porque la legalidad no es asunto de justicia y lo que nos interesa, oh pretensión, es esta última. Importan las palabras. Importan las acciones. Importa que el sesenta por ciento de los porteños haya votado a la reacción. Y aunque la derecha crea que el prontuario no importa, nosotros vamos a ver quá tan bueno está su prontuario.
Un blog colectivo como máquina de guerra, socavando las imágenes contruidas en las corporaciones de la publicidad política.
jueves, 13 de diciembre de 2007
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